PARA SEGUIR SOÑANDO CON CARTAGENA
La ciudad amurallada de Cartagena es un mar de sueños plenos de romance.
Quien haya caminado por las calles de la ciudad amurallada de Cartagena en la costa norte de Colombia, ha sido testigo de sus mágicos paisajes coloniales coloreados con la belleza de su arquitectura con sus casas y sus balcones, así como de sus hermosas iglesias y museos, y de sus espectaculares hoteles, y deliciosos restaurantes y bares, con la especial calidez de sus gentes, y visitantes de los más variados orígenes.
En ese espectacular recorrido, ninguna evocación, y ninguna emoción son tan particulares, como las que provocan sus murallas con sus baluartes y sus garitas, como sus fortalezas y sus icónicos Castillos de San Felipe y San Fernando, como símbolos de una historia ya lejana, hoy convertidos en cálidos lugares turísticos en los cuales es posible realizar relajantes caminatas acompañadas de su paisaje marítimo, con los hermosos reflejos de su sol y de su luna.
Resultado de nuestros viajes y recorridos al Corralito de Piedra – como es llamada la ciudad amurallada – , hemos combinado nuestra admiración y pasión por su arquitectura, con nuestro arte, y nos hemos propuesto reproducir de cerca la amalgama de materiales y colores de sus murallas y garitas, en bellas reproducciones de la más alta calidad, resistencia y buen gusto, totalmente elaboradas a mano en nuestro taller por nuestros destacados artesanos.
De esta forma queremos brindar a nuestros compradores, la ocasión de revivir a través de cada una de nuestros elegantes Castillos especialmente diseñados para su hogar o para su oficina, la especial oportunidad de poder disfrutar de la significación simbólica de las Cartagena de Indias a través de sus murallas, sus baluartes y sus garitas.
Y para quienes además de contar con el gusto de decorar con uno de nuestros Castillos decorativos, quieran que les ofrezca un sentido utilitario, les ofrecemos modelos con cajas y bodegas en diversas presentaciones, para usarlas con sus pertenencias especiales o para depositar allí, tal vez, un regalo especial para un ser especial, o un elegante obsequio.